
Marlon Brando fue una bestia. Un monstruo. En todos los sentidos. Durante sus 80 años de vida bebió en exceso, fue violento con todo aquel que le rodeaba, destrozó vidas y actuó como pocos actores lo han hecho hasta la fecha. Si aún viviese y se comportase como lo hizo, seguramente —y menos mal— estaría entre rejas.
Pero si hay algo que hizo el actor de Nebraska, como muy pocos actores lo hicieron, fue comer. Comía como una bestia y lo hizo así durante casi toda su vida.
El cuñado de Brando cuenta que un día le vio comer dos pollos enteros sin pestañear, para luego mojar la salsa con un paquete entero de galletas.
Aunque en sus primeros papeles— «Streetcar Named Desire» (1951), «The Wild One» (1953), «The Men» (1950)— gracias a una genética envidiable, tenía un aspecto elegantísimo y refinado, dicen que ya comía como una animal. Así, su compañero de rodaje, en The men (la primera película de Marlon) decía que la dieta de Marlon en el set consistía básicamente en «comida basura y mantequilla de cacahuete directamente del bote». Si se quedaba con hambre, se hinchaba a marshmallows —se podía comer una bolsa entera—, rollos de canela y litros de leche.

Durante los años 60 parece que el hombre vio que, si seguía así, iba a engordar y mucho. Decidió someterse a dietas extremas que consistían en ayunos de varios días. Dietas que luego rompía con binge eatings que hoy en día te llevarían directamente a un psicólogo especialista en alimentación. Es entonces cuando se daba auténticos banquetes consistentes en mazorcas de maíz, salchichas, huevos, plátanos, nata, y una enorme pila de tortitas inundados en jarabe de arce. Por aquel entonces ya se le conocía como «Branflakes».
Dicen que, en los rodajes de los años 60, en las películas en las que Marlon Brando ya tenía papeles estelares, siempre se contrataba a una persona que se encargaba de que la bestia estuviera en el set presentable y puntual. Un papel muy difícil y arriesgado que le tocó hacer a Carlos Fiore. Durante el rodaje de «One Eyed Jacks» (1961) y en varias ocasiones, Fiore tuvo que ir a buscarlo a Dinners de Los Ángeles donde encontró a Brando degustando «dos filetes, patatas fritas, dos pasteles de manzana y el ya clásico litro de leche». Al parecer, la gente de vestuario se volvía loca con el tallaje y los trajes tenían que ser constantemente alterados durante el rodaje. En su fiesta de cumpleaños de ese año, el equipo le regaló a Marlon un cinturón con la tarjeta, «Espero que encaje». El pastel de cumpleaños lucía un no menos irónico «No alimentar al director» (Brando era el director de «One Eyed Jacks»).
Durante el rodaje de “Missouri Breaks” (1976), la bestia sacó una rana de un lago, le dio un mordisco y la devolvió al agua.
Equipo de vestuario que directamente enloqueció cuando, en el rodaje de «Mutiny on the Bounty» (1962), tuvo que coser 52 pares de pantalones que Marlon estallaba una y otra vez. Finalmente decidieron hacerle unos jeans elásticos que, adivinad, también estalló.

Movita, segunda esposa de Marlon, tuvo que poner un candado en la nevera de la casa. Cuenta que una noche despertó y pensó que algún animal se había colado en la cocina. La cerradura estaba rota y había marcas de mordiscos en quesos y embutidos. Este era el nivel, amigos.
Los dueños de puestos de perritos calientes de Los Ángeles más viejos se acuerdan aún de Brando. Al parecer, se escapaba de casa a altas horas de la madrugada y los frecuentaba como un depredador a una víctima. Fue en uno de estos puestos donde se dice que devoró, a las tres y cuarto de la mañana, 6 hotdogs sin pestañear.
En los años 70, era normal que los dobles de Brando hiciesen muchas más escenas de las que les tocaban debido a que Marlon estaba borracho o dormido y abarrotado de hamburguesas. En el rodaje de «Apocalypse Now» (1979), su doble se hinchó a rodar escenas ya que la inmensa barriga de Buda de Marlon era absolutamente enorme, redonda e imposible de salir en plano según Francis Ford Coppola.
Hacia el final de su vida, cuando estaba seriamente en peligro por la bebida y la comida, Marlon hizo un último intento de perder peso y consiguió quitarse 30 kilos. Pero ya era tarde.
Por aquella época, Dick Loving (ojo al nombre), cuñado de Marlon, dijo que una vez le vio comer «dos pollos enteros sin pestañear y mojar la salsa con un paquete entero de galletas.

En lo que posiblemente fue la performance más creativa de Brando, se cuenta que durante el rodaje de “Missouri Breaks” (1976), la bestia sacó una rana de un lago, le dio un mordisco y la devolvió al agua. Cuando el hambre aprieta, aprieta de verdad.
En los años 80, fue cuando Marlon perdió totalmente el control sobre su peso llegando a alcanzar 160 kilos en la báscula. Sus novias, hartas de sus maltratos, sus borracheras y su sobrepeso excesivo, le dejaban por docenas. Y se dio cuenta de que su verdadero amor era el helado. Se le veía rondar las heladerías de Beverly Hills comprando envases de 5 litros de helado que se comería él solo.

Hacia el final de su vida, cuando estaba seriamente en peligro por la bebida y la comida, Marlon hizo un último intento de perder peso y consiguió quitarse 30 kilos. Pero ya era tarde y los médicos le advirtieron: «no vas a aguantar más». Y aguantó. Vaya que si aguantó. 20 años más en los que siguió comiendo como una bestia.
El 1 de julio de 2004, seguramente con la camiseta manchada de su querido helado, el corazón de Marlon Brando dijo «hasta aquí hemos llegado» y la bestia falleció en Los Ángeles.
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